26 mayo, 2011





El líder, líderes: Aquel o aquellos que facilitan logros impensables. Personas que actúan como catalizadores sociales para ayudarnos a salir de atolladeros circunstanciales, indicando la dirección correcta y eficaz. El líder suele disfrutar durante su reinado del reconocimiento, del aplauso, e incluso de la adulación y cuando su estrella se apaga, con más o menos amabilidad, se le jubila y, de vez en cuando, se le saca del olvido con homenaje y discurso para la ocasión. Esto que es así, por lo general, no se cumple en nuestra querida piel de toro.

En España, cuando el líder pierde su gracia, cuando se apaga su estrella, no se le jubila, sino que se le apedrea y se le culpa del origen de todos los males, como si los demás no tuvieran alguna responsabilidad en el cambio de ciclo, como si hubiesen estado maniatados durante toda la función. Ahora que a nuestro “Presi” le ha cambiado su estrella electoral y que la tormenta del 22 M le ha dejado caladito, todos, incluidos los suyos, le señalan con el dedo como el único culpable. Aquí, que somos tan creativos, el líder, en su ocaso, juega también el papel de “chivo expiatorio”.

¡Qué rico es nuestro idioma en matices y qué mala leche tenemos!

17 mayo, 2011



El feminismo no es un cuento.

Todo comenzó un domingo de abril, sin saber cómo, cogí la escoba, y fui agrupando las migas que habían caído al suelo de la cocina; al recoger el pequeño montón, escuché una exclamación de apoyo y aprobación de mi mujer. A este primer hito se fueron uniendo otros, bajar la basura, preparar el desayuno, fregar, quitar la mesa, atender el tiempo de cocción de la olla a presión, etc.,…Las palabras de ánimo hicieron mella en mi autoestima y fui arrimándome a la “Vitro”, primero para ver y más tarde para hacer mis primeros pinitos como cocinero; todo un “Arguiñano”, me decía para mí mismo.

Con la práctica fui adquiriendo destreza, “feminista” me decían mis amigos, y hoy estas habilidades son mi mejor patrimonio frente al estado en que me encuentro después de que mi mujer se haya ido con mi mejor amigo. No quiero ni pensar qué sería de mí si no hubiese comenzado ese domingo de abril a coger la escoba. Planteé retrasar la separación, para soltarme en lo de la plancha, pero las cosas son como son.

Hoy, echando la vista atrás, puedo decir: ¡Con el feminismo todo son ventajas!