26 mayo, 2011





El líder, líderes: Aquel o aquellos que facilitan logros impensables. Personas que actúan como catalizadores sociales para ayudarnos a salir de atolladeros circunstanciales, indicando la dirección correcta y eficaz. El líder suele disfrutar durante su reinado del reconocimiento, del aplauso, e incluso de la adulación y cuando su estrella se apaga, con más o menos amabilidad, se le jubila y, de vez en cuando, se le saca del olvido con homenaje y discurso para la ocasión. Esto que es así, por lo general, no se cumple en nuestra querida piel de toro.

En España, cuando el líder pierde su gracia, cuando se apaga su estrella, no se le jubila, sino que se le apedrea y se le culpa del origen de todos los males, como si los demás no tuvieran alguna responsabilidad en el cambio de ciclo, como si hubiesen estado maniatados durante toda la función. Ahora que a nuestro “Presi” le ha cambiado su estrella electoral y que la tormenta del 22 M le ha dejado caladito, todos, incluidos los suyos, le señalan con el dedo como el único culpable. Aquí, que somos tan creativos, el líder, en su ocaso, juega también el papel de “chivo expiatorio”.

¡Qué rico es nuestro idioma en matices y qué mala leche tenemos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario