06 septiembre, 2010

Sucedáneo

Sucedáneo: El champaña, caviar y diamantes, paradigmas del disfrute de las élites, parecían estar al alcance de todos en esta sociedad de consumo que se nos prometía, pero la naturaleza, limitada en sus recursos, no ha podido atender toda la demanda que se le venía encima y ha sido necesario desarrollar productos, de características similares al producto original, llamados “sucedáneos”.

Esto que parecía una buena idea para no esquilmar el planeta, para no someterlo a una superproducción y dejarle exhausto y, a su vez, mantener la ilusión de que todos podemos vivir como unos reyes, ha traído sus picardías, sus perversiones. El modelo “sucedáneo” se está extendiendo a otras esferas, a otras actividades y, hoy día, no es difícil encontrar poetas sin rima, músicos sin compás y políticos sin ideas y sin proyectos.

Lo que se inventó para aliviar a la madre Tierra ha abierto la puerta a que lo bueno, lo auténtico, sea desplazado por imitaciones, por sucedáneos.

¡Con lo fácil que hubiera sido reconocer que todos no podemos vivir como los reyes, o que la élite, por definición, solo puede estar formada por unos pocos!

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