02 marzo, 2011

La siesta, invento español

La siesta que durante muchos años ha tenido la consideración de vicio solitario y etiqueta de subdesarrollo hoy, sin embargo, goza del rango de embajadora de lo español al mismo nivel que la paella.

Las bondades que se asocian a la siesta complementan las virtudes de lo que se conoce como dieta mediterránea. Comida y siesta están unidas, son pareja de echo, ya que la siesta nace de la necesidad de complacer la natural inclinación del cuerpo al sopor, después de una buena comida. Las culturas victorianas y luteranas han considerado como debilidad el atender los caprichos del cuerpo. En España, más pendientes del espíritu, el caballero de la Mancha y su Sancho, aun cuando no tuvieran comidas copiosas, sí disfrutaban del placer de abandonarse a la siesta reparadora, cosa que hacían sin mala conciencia, y que además les servía para reparar los muchos golpes que recibían de los gigantes, que no molinos, y de los presos, que no delincuentes.

Lo que en el pasado servía para sacarnos los colores a los españoles en los foros internacionales, hoy es una práctica imitable por todos los ejecutivos de este mundo globalizado.

Hoy la siesta ya sin mala conciencia, sin tener que esconderse y sin mala prensa, ¡bien vale una calle o plaza! Todo se verá.

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