Cantamañanas, con perdón

Cantamañanas: A primera vista, su raíz,  parece indicar que se trata del que se levanta cantarín, pero no, su uso sirve para definir a quien habla sin tino, sin ton ni son, y cuyas palabras tienen escaso crédito.

Tildar a alguien de “cantamañanas” puede entenderse como un insulto suave,  como si fuese un defecto ajeno a su voluntad, una especie de minusvalía. El “cantamañanas” puede dar pie a la chanza, al chiste fácil,  pero el buen rato que nos haya podido hacer pasar con sus cuentos, con sus fantasías, se paga más que con creces si, éste, ostenta cargo público, pues sus palabras, sin base real y a “tontas y a locas”, suelen tener efectos  secundarios de alto coste.

¡Una cosa es la libertad de expresión y otra, muy distinta,  es “tatarear” la canción de moda sin conocer su letra y su música!

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Los diestros, perdón, el Diestro y el Zurdo posan en traje de luces, dispuestos a pelear para que la Fiesta Nacional no decaiga, para que los aficionados no emigren a otros entretenimientos a otros discursos. Las televisiones, la prensa y demás foros de comunicación, se han comprometido a dar cumplida información de sus verónicas, naturales y “largas cambiadas” con las que entretienen, y despistan, al respetable.

Los dos espadas han acordado, antes del duelo, acomodar sus faenas al tiempo de crisis en que vivimos, citando al toro de perfil y sin agarrarle por los cuernos, todo un “fair play”.

Nota: Se aconseja desconectar los móviles para mejor disfrute de tan singular duelo.