Cantamañanas: A primera vista, su raíz, parece indicar que se trata del que se levanta
cantarín, pero no, su uso sirve para definir a quien habla sin tino, sin ton ni
son, y cuyas palabras tienen escaso crédito.
Tildar a alguien de “cantamañanas” puede entenderse como un
insulto suave, como si fuese un defecto
ajeno a su voluntad, una especie de minusvalía. El “cantamañanas” puede dar pie a la chanza, al chiste fácil, pero el buen rato que nos haya podido hacer
pasar con sus cuentos, con sus fantasías, se paga más que con creces si, éste, ostenta
cargo público, pues sus palabras, sin base real y a “tontas y a locas”, suelen
tener efectos secundarios de alto coste.
¡Una cosa es la libertad de expresión y otra, muy distinta, es “tatarear” la canción de moda sin conocer su
letra y su música!
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